Hace unos días, el 15 de octubre, se conmemoró el Día Internacional del Duelo Perinatal, una fecha que busca dar visibilidad a una realidad que, para muchos, sigue siendo difícil de hablar y comprender. Esta jornada es un recordatorio de la importancia de honrar las vidas que se fueron demasiado pronto y de acompañar a las familias que atraviesan este tipo de pérdidas.
Como madre que ha vivido la experiencia del duelo perinatal, me impresionó descubrir cuántas personas cercanas a mí habían pasado por lo mismo, muchas veces en silencio, ocultando su dolor. Reflexionando sobre este hecho, siento la necesidad de compartir algunas ideas sobre cómo podemos transitar esta experiencia y ofrecer un espacio seguro donde las personas puedan expresar sus emociones. En nuestra sociedad el duelo perinatal tiende a invisibilizarse y las personas que lo sufren a menudo se sienten aisladas. Sin embargo, es crucial reconocer la importancia de este proceso y ofrecer el apoyo necesario para que pueda ser vivido de manera plena.
El duelo perinatal es una de las experiencias más profundas y desafiantes que una persona puede enfrentar. Se trata de la pérdida de un hijo o hija durante el embarazo o poco después del nacimiento, una experiencia que a menudo se vive en soledad debido a los tabúes sociales que aún persisten. Este duelo merece ser atendido con presencia, validación emocional y compasión, permitiendo a los padres un espacio seguro para sentir y procesar esta pérdida.
A menudo, la pérdida de un bebé no se reconoce como un duelo en el sentido tradicional. Los rituales, espacios y tiempos que se otorgan para otras pérdidas no siempre se brindan a quienes atraviesan esta experiencia. Es fundamental validar esta pérdida. Es un duelo real.
Un aspecto esencial en el proceso de duelo es la importancia de conectar con lo que estamos sintiendo en cada momento, sin apresurarnos a “superar” el dolor. El duelo necesita tiempo y espacio, y quienes lo atraviesan deben sentirse acompañados en su tristeza, rabia o confusión, sin presión externa para encontrar rápidamente una «salida». Cada emoción que surge durante el proceso es válida, y reconocer esto es el primer paso hacia la sanación.
El cuerpo juega un papel central en el duelo perinatal. Las mujeres, en particular, no solo experimentan la pérdida emocional, sino también un impacto físico profundo. El cuerpo es un medio para procesar la experiencia, y las emociones atrapadas pueden manifestarse a nivel físico. Las técnicas corporales, la respiración consciente y el movimiento ayudan a liberar estas emociones. Escuchar lo que el cuerpo necesita, ya sea llorar, descansar o simplemente estar en silencio, es parte de este proceso.
El duelo perinatal es una experiencia que afecta tanto a la madre como al padre, e incluso a otros miembros de la familia. Es importante crear un espacio donde ambos padres puedan expresar sus sentimientos, respetando el ritmo y las necesidades de cada uno. Aunque compartan la misma pérdida, la forma en que cada persona la experimenta puede ser muy diferente, y es esencial que cada miembro de la familia encuentre su manera de procesar el dolor.
El proceso de duelo no implica olvidar o dejar atrás al ser amado, sino integrar la experiencia de la pérdida como parte de la vida. Cada bebé que no llega a nacer o que muere poco después deja una huella imborrable en la vida de sus padres. Integrar la memoria de ese bebé en la vida cotidiana, darle un lugar simbólico, es un paso crucial en la sanación. Honrar el recuerdo de ese bebé de una manera que permita seguir adelante, pero sin que el dolor paralice, es parte del proceso de integración.
Herramientas para Transitar el Duelo Perinatal
A continuación, algunas herramientas que pueden acompañar el proceso de duelo, teniendo en cuenta que cada persona lo atraviesa de una forma distinta:
- Validar el dolor y darse permiso para sentir
Dar espacio a sentir cada emoción que vaya surgiendo: tristeza, rabia, confusión o incluso entumecimiento. En nuestra cultura, muchas veces se nos insta a «seguir adelante» rápidamente, pero es importante reconocer que cada emoción es válida y merece ser vivida. - Crear rituales de despedida
Los rituales ayudan a despedir al bebé y darle un lugar en la vida familiar. Estos gestos simbólicos pueden facilitar integrar la pérdida. Encender una vela, escribirle una carta al bebé o dedicar un espacio en casa para recordarlo son algunos ejemplos. - Escuchar el cuerpo
El cuerpo también procesa el duelo, especialmente en las mujeres que han vivido cambios físicos significativos. A través de la respiración consciente y ejercicios corporales sencillos, puedes conectar con las emociones que a veces se manifiestan como tensión o dolor físico. - Buscar redes de apoyo
El duelo perinatal suele vivirse en soledad, pero compartir la experiencia con otros que han pasado por lo mismo puede ser muy sanador. Grupos de apoyo o terapias especializadas ayudan a las personas a sentir que no están solas y que su dolor es legítimo
La terapia puede ser de gran ayuda en el duelo perinatal al centrarse en el presente, permitiendo que las personas conecten con sus emociones sin apresurar el proceso. Se ofrece un acompañamiento respetuoso y sensible, dando espacio para que el dolor se exprese y se transforme con el tiempo. No se trata de «arreglar» el dolor, sino de permitir que sea sentido plenamente, ayudando a integrar la pérdida de una manera que permita seguir adelante, honrando la memoria del hijo sin quedar paralizado por el sufrimiento.
Libertad Liñán
Experta en Psicología Perinatal en NaSér Psicología