¿Alguna vez has sentido que tu hijo o hija te está poniendo a prueba, que no te escucha o que hace justo lo contrario de lo que le pides y no sabes por qué? Muchas madres y padres se sienten frustrados ante ciertos comportamientos infantiles que parecen no tener sentido. Pero ¿y si te dijera que detrás de esa conducta hay una necesidad no satisfecha? Y que tu hijo o hija no es “malo/a”, sino que está intentando adaptarse de la mejor forma que sabe.
Desde la Disciplina Positiva, un enfoque educativo basado en el respeto y la conexión, entendemos que todo comportamiento tiene una razón de ser, incluso el que más nos cuesta. Y una de sus herramientas más potentes es el concepto de las “metas erradas” del comportamiento.
¿Qué son las metas erradas del comportamiento?
Cuando los niños o niñas se sienten desconectados o poco valiosos, pueden comportarse de forma desafiante. Rudolf Dreikurs explicó que no se portan mal porque sí, sino porque buscan sentirse parte y valiosos dentro de su familia o entorno.
Según esta teoría, hay 4 metas equivocadas (o malinterpretadas) que pueden estar detrás del comportamiento difícil:
1. Atención excesiva
Frase interna del niño o la niña: “Solo me siento importante si me prestan atención constantemente.”
Lo que ves: Interrumpe, reclama todo el tiempo, hace lo que sea para que le mires, parece que solo está bien si estás encima.
Cómo te sientes tú: Cansado/a, agotado/a, como si nunca fuera suficiente lo que das.
Qué puedes hacer:
- Dale atención positiva anticipada: unos minutos de conexión exclusiva cada día pueden evitar muchas “llamadas de atención” más tarde.
- Enséñale formas adecuadas de pedir tu atención: “Cuando quieras hablar conmigo, ponme la mano en el brazo y esperaré un momento para escucharte.”
- Refuerza su autonomía: “Confío en ti para que te pongas el pijama mientras termino de preparar la cena.”
2. Poder malentendido
Frase interna del niño o la niña: “Solo me siento valioso/a si tengo el control o si no me controlan.”
Lo que ves: Desafía, dice “no” a todo, discute por todo, se niega a colaborar.
Cómo te sientes tú: En guerra constante, frustrado/a, enfadado/a.
Qué puedes hacer:
- Evita entrar en lucha de poder. Cuanto más luches, más fuerte será su resistencia.
- Ofrece elecciones limitadas: “¿Prefieres ducharte antes o después de cenar?”
- Involúcrale: “¿Qué parte de la tarea prefieres hacer tú?”
3. Venganza
Frase interna del niño o la niña: “Me siento herido/a y quiero que tú también lo estés.”
Lo que ves: Dice cosas hirientes (“ya no te quiero”), rompe cosas, agrede, hiere emocionalmente.
Cómo te sientes tú: Dolido/a, sorprendido/a, herido/a.
Qué puedes hacer:
- Mira más allá de la conducta: este tipo de comportamiento es señal de un dolor emocional profundo.
- Mantén la calma y ofrece empatía: “Veo que estás muy enfadado/a. Estoy aquí para ayudarte cuando estés listo/a.”
- Después, ayuda a poner palabras a lo que siente: “¿Fue porque no te dejé ver la tele? ¿Te sentiste maltratado/a?”
4. Demostración de incapacidad
Frase interna del niño o la niña: “No puedo. No valgo. No lo intento porque voy a fallar.”
Lo que ves: Se rinde fácilmente, dice “yo no sé”, no quiere intentar cosas nuevas.
Cómo te sientes tú: Frustrado/a, preocupado/a, con ganas de hacer todo por él o ella.
Qué puedes hacer:
- Evita hacerlo todo por él o ella, aunque te dé pena.
- Divide la tarea en pequeños pasos, y celebra los intentos, no solo los resultados.
- Refuerza con frases como: “Veo que lo estás intentando. Estoy orgulloso/a de ti.”
¿Y ahora qué?
Cuando entiendes lo que hay detrás del comportamiento, puedes responder con más calma, más conexión y más eficacia. En lugar de castigar o gritar, puedes guiar, enseñar y acompañar, que al final es lo que necesitan nuestros hijos e hijas para crecer con autoestima y responsabilidad.
Libertad Liñán
Terapeuta en NaSér Psicología