¿Qué queremos que nuestras hijas e hijos aprendan cuando educamos? Muchas veces, las respuestas incluyen palabras como responsabilidad, empatía, respeto o autoestima. Sin embargo, en el día a día, el estrés, las prisas o la falta de recursos nos llevan a repetir modelos que quizá no elegimos conscientemente: gritos, amenazas, castigos, chantajes o la sensación de perder el control.

La Disciplina Positiva nace precisamente para acompañar a madres, padres y personas cuidadoras en ese reto tan complejo como maravilloso que es la crianza. No se trata de una receta mágica, sino de una mirada profunda que combina la firmeza con la amabilidad, la estructura con la calidez, el respeto con los límites claros.

¿Qué es la Disciplina Positiva?

La Disciplina Positiva es un enfoque educativo que enseña a niñas y niños a desarrollarse como personas capaces, responsables y conectadas con los demás, sin recurrir a castigos ni premios. Se trata de educar desde la conexión, entendiendo que el buen comportamiento nace del sentirse bien, no del miedo.

¿Cómo lo hacemos?

La clave está en cambiar el foco: de querer controlar la conducta a querer comprenderla. Esto implica mirar qué hay detrás de los comportamientos difíciles, qué necesitan nuestras hijas e hijos y qué habilidades necesitan aprender para gestionar mejor sus emociones y relaciones.

La Disciplina Positiva se apoya en cuatro pilares básicos:

  • Identificar los objetivos a largo plazo: no buscamos solo que se vistan rápido o recojan los juguetes, sino que aprendan a ser autónomos, amables, respetuosos y seguros de sí.
  • Proporcionar calidez: conexión emocional, validación de los sentimientos, contacto físico y mensajes como “estoy aquí contigo” son fundamentales para que las niñas y los niños confíen en sí mismos y en los demás.
  • Ofrecer estructura: límites claros, rutinas predecibles, acuerdos y normas explicadas les ayudan a sentirse seguros y entender el mundo que les rodea.
  • Comprender cómo piensan y sienten: ajustarse a las etapas del desarrollo infantil es esencial para no pedirles cosas que aún no pueden hacer, y para guiarles desde el respeto a su momento evolutivo.

Algunas herramientas concretas

El enfoque de Disciplina Positiva ofrece recursos muy prácticos para el día a día. Por ejemplo:

  • El tiempo fuera positivo: no como castigo, sino como un espacio para calmarse voluntariamente.
  • La rueda de opciones, para que aprendan a elegir soluciones ante un conflicto.
  • Las preguntas de curiosidad, que sustituyen el sermón por la reflexión.
  • Las reuniones familiares, que permiten hablar en calma de lo que no funcionó y buscar soluciones en equipo.
  • El aliento en lugar del elogio, reconociendo el esfuerzo y no solo el resultado.

No se trata de hacerlo perfecto

La Disciplina Positiva no exige madres y padres perfectos, sino adultos conscientes, dispuestos a aprender junto a sus hijas e hijos. Nos invita a desaprender patrones, mirarnos con honestidad y recuperar la conexión como base de toda relación educativa.

El cambio empieza en nosotras y nosotros y ese cambio es posible cuando tenemos herramientas, comunidad y espacios de formación y reflexión que nos acompañan.


Libertad Liñán
Terapeuta de adultos en NaSér Psicologia

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