En terapia se trabaja mucho con la huella que deja la infancia en la vida adulta. Me refiero al impacto que ha tenido en ti el trato recibido por figuras de cuidado de tu entorno más cercano. Deja huellas, marcando y determinando tu manera de ser, estar en el mundo y en tu manera de relacionarte con el y contigo.

Ese trabajo de revisión y elaboración con la propia infancia es un paso necesario para conocer cómo has llegado hasta aquí, tus mecanismos de supervivencia y tus formas de “apañarte” con lo que tenías a tu alcance. Si has pasado por terapia, sabrás que eso supone una manera de vivir en modo “supervivencia” y de lo que se trata es de “vivir”, no únicamente sobrevivir.

La perspectiva feminista en terapia supone dar un paso definitivo más allá. Todo lo que vives hoy y viviste antes se da en un contexto social, que es determinante en tu identidad y es necesario identificarlo para poder desmontarlo después.

Voy a contarte de qué manera este contexto te moldea, aunque hayas sido consciente.

El contexto social en el que te has desarrollado asigna roles según tu sexo biológico y esos roles no te permiten decidir libremente lo que quieres en tu vida, desde donde quieres funcionar y de que manera.

Estos roles impactan en ti de manera muy diferente si has nacido mujer u hombre. Determinan tus creencias, tus emociones, tu comunicación, tus necesidades y en definitiva el papel que ocupas en tu vida.

Esos roles se traducen en mandatos de género (es la manera de decirte como tienes que funcionar según seas mujer u hombre). Los mandatos determinan por ti tu lugar en esta sociedad. No te permiten experimentar, ni sentirte, ni comprenderte, ni tenerte en cuenta, ni tener una relación contigo sana. En definitiva, te alejan de ti.

El contexto social y la presión que ejerce en ti a través de los mandatos de género generan síntomas como:

  • Malestar.
  • Insatisfacción vital.
  • Cansancio permanente.
  • Estrés e irritabilidad.
  • Culpabilidad infinita.
  • Sensación de no hacerlo suficientemente bien en prácticamente cualquier tema.
  • Sobreadaptación al entorno.
  • Dinámicas relacionales basadas en el poder.
  • Somatizaciones físicas.
  • Confusión mental.
  • Inseguridad y dudas sobre muchos temas.
  • Dificultad en la colocación de los límites.

Tu terapia debe darte la opción de revisar los cimientos y estructura que has creado con los elementos que tenías a tu disposición, teniendo en cuenta los factores familiares y sociales de la manera más completa posible.

La terapia con perspectiva de género te ofrece:

La oportunidad de tener una mirada mucho más en sintonía con lo que necesitas y con lo que quieres. Permite colocar las culpas y responsabilidades asumidas por ti en su lugar correspondiente (fuera) para generar espacios de cuidado y de escucha necesarios para vivir mejor tu vida.

Sabiendo que no es tu culpa, aliviando la sintomatología que acompaña a los roles y mandatos de género y generando una mirada más compasiva y cuidadosa contigo.

Permitiéndote una mejor relación contigo y con las personas de tu entorno y entendiendo que las emociones juegan un papel fundamental en tu vida y que no son buenas o malas, tienen una función necesaria para encontrar tu bienestar.


María Martín Fuentes
Equipo de Psicoterapeutas de NaSer Psicología

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